Inicio
Editorial
Reportajes y Artículos
Moscas
Entomología
Fotografía de Pesca
Enlaces
Contacto

Pesca de Tarpons en Cayo Santa María - Cuba
Cayo Santa María es una pequeña isla en la costa norte de Cuba, pertenece a la provincia de Villa Clara, y junto a Cayo Coco y Cayo Guillermo forman parte del archipiélago Jardines del Rey.
Aprovechando un viaje de vacaciones junto a mi señora en junio, reservé dos días completos de pesca del Silver King del Caribe, más conocido como Tarpon o Sábalo que es su nombre en español. Encontrar una operación de pesca no fue fácil. En Cuba, al no existir la empresa privada, todas las operaciones de pesca son manejadas por empresas de turismo estatales como Gaviota Tours o Eco Tur o concesionadas a operadores extranjeros. Después de mandar muchos mails y hacer varias llamadas telefónicas y ser derivado de un lado para otro, conseguí el mail y el teléfono de Fabrizio Barbazza.









Fabrizio es un italiano que lleva muchos años en Cuba y es quien tiene desde hace tres años la concesión exclusiva de pesca del área de Cayo Santa María y trabaja en conjunto con Eco Tur. Antes estuvo 10 años en Cayo Largo hasta que el gobierno cubano le traspasó esa concesión a Avalon.

La pesca en Cayo Santa Maria es fundamentalmente de tarpon. Hay una importante población residente que se puede pescar todo el año y en los meses de abril a agosto se pueden encontrar las grandes escuelas de tarpons migratorios con algunos ejemplares de hasta 150 lbs.

Esta área fue declarada recientemente reserva de la biosfera por la UNESCO, por lo tanto se trata de una área ahora celosamente protegida por el gobierno Cubano a la que solo tiene acceso la operación de Fabrizio y está prohibida cualquier tipo de pesca comercial. Tarpons hay muchísimos y se espera que con esta protección el área se repueble en algunos años de bonefish, permit, jacks y otras especies,que si bien se encuentran, pero no en gran número ya que fueron severamente disminuidas por la pesca comercial.

Después de pasar un par de días en La Habana, que ameritaba dedicarle a lo menos un par mas, partimos a Cayo Santa María. Al bajar del avión en el pequeño aeropuerto de Cayo las Brujas el calor golpea con ganas. El termómetro marca 36° y la humedad 80 %. Uffffff !!!!! Nos alojamos en el hotel Meliá Cayo Santa María, un all inclusive de primera, ideal para dejar entretenida a mi señora mientras estuviera de pesca… y no escuchar tantos reclamos al regreso.
La operación de Fabrizio está muy bien organizada. Al llegar al hotel, ya me estaba esperando Nelson, guía de pesca cubano con varios años de experiencia, para ponernos de acuerdo sobre la pesca de los siguientes dos días, revisar mi equipo y contarme que los alrededores estaban literalmente infectados de tarpons. Acordamos dedicarnos a ellos el primer día, y si la cosa iba bien, dedicarle la mañana del segundo día a buscar otras especies.

En cuanto al equipo, llevé 3 cañas. Una Sage Z-axis n° 8 para los bonefish y una Orvis T3 n°10 para los tarpons, con sus respectivos carretes y líneas Mastery flotantes para agua salada y una Sage DS 2 n° 8 de respaldo. Nelson me dijo que la caña n° 10 me iba a quedar chica. Para “semejantes bichos”, era necesario una n° 12, y que la pesca estaba funcionando mejor con líneas intermedias. Afortunadamente, la operación de Fabrizio está asociada con la marca sueca LOOP y te provee el equipo necesario sin costo extra.

El primer día de pesca comenzó temprano. A las 07:15 llegan puntuales Nelson y el chofer para llevarme a la marina de Cayo las Brujas, distante a unos 8 kms del hotel. Ahí abordamos el skiff y luego de navegar unos 30 minutos llegamos al área de pesca. Se trataba de un canal de aguas profundas que quedaba entre los cayos. Nelson paró el motor y continuó a remo hasta que vimos los primeros tarpons roleando. Ahí se detuvo y bajó el ancla.

“Andan por todos lados” dijo. Ahora era solo cosa de tiempo que se acercara uno a distancia de tiro.
Bueno, yo sabía que esta pesca no era fácil, de verdad se veían numerosos tarpons rolear, muchos incluso a distancia de tiro pero tras lanzar, lanzar y lanzar no tuve ni siquiera un atisbo de pique. Ya habían transcurrido casi tres horas sin novedad cuando le pregunto a Nelson si estaba tranquilo, si hasta ahora todo era normal. No me dejo muy tranquilo cuando me respondió que estaba muy preocupado porque habiendo tantos tarpons a la vista, estimaba que deberíamos haber sacado al menos uno. Pero había que tener paciencia, ya que la pesca de trofeos siempre es impredecible.



Costaba tener paciencia en esas circunstancias, más aun con el agobiante calor húmedo del Caribe en verano. Pero no había viajado hasta allá para volver con las manos vacías así que había que seguir intentando. Pasó poco rato hasta que tuve mi primer pique y puse a prueba todo lo que había leído sobre como clavar correctamente un tarpon. Parece que lo hice casi de libro ya que Nelson quedo muy impresionado y me dijo que la mayoría de sus clientes casi invariablemente pierden el primer pique. El tarpon de unas 40 lbs inició su corrida y dio unos saltos realmente espectaculares. La pelea se prolongó por unos 20 minutos hasta que logré acercarlo y subirlo al bote para las fotografías de rigor. Estaba feliz ya que habiendo pescado previamente varios bonefish en México y un permit en Belize finalmente había logrado mi “grand slam en diferido”
Después de una refrescante cerveza cubana volví a la carga. Al poco rato tuve mi segundo pique también con clavada exitosa.

Este tarpon era más grande, de unas 70 lbs. y la pelea, espectacular, duro unos 35 minutos.
Si bien la pesca prometía en ese lugar, decidimos cambiar de ubicación, e ir a donde estaban “los grandes”, según Nelson. Tras 20 minutos de navegación llegamos a un lugar más abierto y ventoso pero de aguas un poco menos profundas y muy transparentes. A esa altura yo ya estaba un bien cansado. El calor, la humedad y las violentas y prolongadas peleas con los tarpons iban agotando mis energias. Así que decidí seguir pescando con mi caña n°10, la que con la línea flotante era bastante más liviana y fácil de castear, y me senté en el borde del bote para meter mis acalorados pies en el agua. Estaba así plácido y tranquilo cuando veo pasar una escuela de jacks crevalle a metros del bote y decidí lanzarles. A la tercera recogida siento que algo de proporciones considerables se lleva mi línea y comienza a sacar y sacar backing.

“Que fuertes son estos jacks” le comente a Nelson, cuando a unos 80 mts del bote vimos saltar no un jack sino un tarpon realmente MUY GRANDE.

“Menudo problema en el que se metió, vamos a ver como sale de esta” me dijo Nelson riendo de buena gana. Después llamó por radio al chofer que nos esperaba en la marina para decirle que llegaríamos tarde ya que “se nos prendió un bicho enorme”. El tarpon sacaba y sacaba backing y con la caña n°10 se me hacía muy difícil frenarlo, de hecho creí varias veces que la caña iba literalmente a reventar. Pero mi ORVIS T3 resistió estoicamente y luego de una hora y 20 minutos de lucha logré acercarlo al bote. Nelson estimó su peso en 120 lbs. Pero al agarrar el shock tippet para acercarlo y subirlo al bote, el tarpon dio un coletazo y cortó. Pero no me importó tanto ya que a tippet tocado, el pez cuenta y además con varias fotos de ese tarpon saltando fuera del agua me di por pagado.







Llegamos una hora y media mas tarde de lo previsto a la marina. Y al llegar al hotel, con solo ver mi cara de felicidad mi señora intuyó que la pesca había estado buena y me felicitó. Y de ahí a la playa, cervezas, mojitos, piñas coladas, etc… Que agradable es la pesca en el Caribe!!!!

El día siguiente también comenzó temprano. El plan era ir a una laguna interior a buscar bonefish para más tarde ir a un flat donde podría intentar pescar tarpon a la vista en aguas bajas y en una de esas se nos aparecía algún permit. Tras una navegación de unos 30 minutos avanzando a través del manglar, llegamos a la boca de la laguna. Armé mi caña n° 8 y puse una mosca para bonefish tipo Gotcha pero con patitas de goma. No llevábamos ni cinco minutos cuando veo un destello en el agua a unos 15 mts del bote. Lanzo instintivamente y a la segunda recogida un bonefish toma mi mosca y comienza su frenética corrida sacando unos 60 mts de backing. Mi carrete SA System 2 chirriaba de lo lindo. Luego de dos corridas más de menor intensidad logré tenerlo en mis manos. Era sin duda el más grande que había pescado alguna vez, según Nelson era de unas 6 lbs. Para mí, el bonefish es por lejos el pez mas adrenalínico para pescar con mosca, la lucha que da al pescador es increible. Seguimos una hora más en la laguna avistando solamente unos pocos bonefish a los que no les pude lanzar adecuadamente por lo que decidimos dirigirnos al flat a ver si allá estaba más activa la cosa.

El flat era enorme y en el centro había varios flamencos. Aunque no hubiesen pescados, el lugar valía la pena por si solo, una verdadera postal caribeña. La técnica consistía en avanzar el skiff, empujando con la pértiga, por la periferia del flat buscando algún tarpon. El lugar estaba plagado de picudas (así le llaman a las barracudas) algunas realmente grandes, pero lamentablemente no andaba con el leader adecuado. Tarpon no vimos ninguno, a pesar de que mi guía me aseguró que era habitual encontrarlos ahí. Mas tarde Nelson divisó a lo lejos lo que sospechó podía ser la aleta de un permit, pero al acercarnos no la vimos más. Como la mañana había estado bastante lenta, decidimos volver al mismo lugar infectado de tarpons del día anterior.

Armé nuevamente el equipo n° 12 con la misma mosca del día anterior (Black Death). La actividad estaba intensa, los tarpons roleaban por todos lados. No pasó mucho tiempo hasta que enganché el primero que debe haber sido de unas 60 lbs. Logramos subirlo al bote y fotografiarlo. Al rato engancho un segundo tarpon, mas grande, de unas 90 lbs que dio una lucha fantástica, pero que al intentar subirlo al bote, al igual que el del día anterior, también reventó el shock tippet.

En resumen, la pesca superó mis expectativas. Tres tarpons el primer día y un bonefish enorme y dos tarpons el segundo. Todos los peces muy grandes y en magnificas condiciones con luchas intensas y adrenalínicas y además en un paisaje de postal. Cabe mencionar que en la pesca del tarpon además de paciencia, técnica y nervios de acero hay que tener fuerza, y bastante. Hay que meter mucho bíceps para frenar semejantes peces y además estar dispuesto a aguantar un día completo bajo un clima agobiante. Los alrededores de Cayo Santa María están llenos de tarpons por lo tanto la probabilidad de pesca exitosa es casi cercana al 100 %. Para tener pesca en abundancia de las otras especies va a haber que esperar algunos años, pero el destino promete, y mucho.

La operación de pesca de Fabrizio funcionó muy bien conmigo. Tiene capacidad de botes y guías para atender hasta ocho pescadores. En suma, Cayo Santa María es una excelente alternativa para combinar vacaciones con tu pareja o familia y pesca de calidad.




www.Pescador.cl