Inicio
Editorial
Reportajes y Artículos
Moscas
Entomología
Fotografía de Pesca
Enlaces
Contacto

Pescando en Cuba
En este país del Caribe, se esconde un verdadero paraíso de la pesca con mosca en el mar aún no tan conocido en Argentina. Tarpons, Bonefish, Permits y mucho más en un marco imposible de olvidar.
Este año no es un año más. En 2009 cumplo 20 años desde que empuñé una caña de mosca por primera para no abandonarla nunca.




Fotos por el Autor y por Cristian Mammi

Ver Info de : Copyright © 2009 Pescador.cl! Marca registrada.




Mis recuerdos del fin de mi adolescencia están repletos de polaroids de esta actividad en las que quedaron plasmados desde los descubrimientos, ideas o los momentos de felicidad hasta la última discusión, enojo o frustración que tienen que ver con este deporte por aquella época, y que hoy me parecen cada vez más divertidas y pintorescas. Nada se regala en este pequeño mundo, nada es gratis en la Pesca con Mosca en cualquier sentido y quizás esto sea una de sus mayores virtudes. La pesca en el mar es una muestra rotunda de este axioma.

Estaba pensando seriamente cómo festejar este "20 Aniversario", y la verdad es que lo que más me entusiasmaba era el impresionante Noroeste Argentino. Justo en ese momento de definición fue cuando apareció sorpresivamente la invitación de Avalon para ir a Cuba. No pudo haber llegado en mejor momento. De pronto se materializó ante mis ojos la posibilidad de pescar los peces que veía por televisión hace más de 15 años en Walkers Cay’s de Flip Pallot. Ahora ese sueño era posible. Los Flats, los veloces Bonefish, los tímidos Permit, el rey de los peces, el Tarpon, todos ellos se volvieron realidad.

La historia de Avalon comienza en 1993 cuando un grupo de italianos, aficionados a la pesca y amantes de Cuba, decidió comenzar a proteger uno de los refugios marinos más importantes del Caribe: los Jardines de la Reina. Este amplio parque marítimo, 4 veces mayor que los Cayos de la Florida y formado por el archipiélago del mismo nombre y las aguas que lo rodean, constituye el más grande reducto oceánico virgen cubano. Dicho espacio, el mayor del país en lo que a extensión marina se refiere, con 2.170 Km², es ideal para los pescadores que deseen disfrutar y respirar la pesca las 24 horas del día.

El Archipiélago Jardines de la Reina –denominado así por Cristobal Colón en honor a la reina de España- es uno de los cuatro que existen en Cuba, tercero en extensión y el más natural de todos ellos. Con un frente de unos 150 km., está conformado por cayos estrechos y relativamente pequeños, cuya mayor parte se ubica al borde de la plataforma insular entre 30 y 80 Km., al sur de las provincias Ciego de Avila y Camagüey; se encuentran constituidos fundamentalmente por manglares, matorrales, complejos de vegetación que pequeñas franjas de dunas arenosas bajas.

Amanecía y nuestro primer día de pesca comenzaba. Subimos al Skiff –una lancha diseñada especialmente para pesca y para navegar en muy poco agua, con una plataforma para que el guía pueda propulsarse sin hacer ruidos con el motor, mediante el pole o vara-. Resulta increíble por su estabilidad. Nada en la proa que moleste a la línea; una baranda extraíble para los días con mucho viento o marejada.

Otra particularidad de la pesca en el mar, es el uso del sistema horario para la comunicación entre el guía y el pescador. Se establece un reloj de agujas imaginario donde las 12 hs. son la punta de la lancha, y así sucesivamente entre las 9hs y las 3hs. De esta manera, el guía nos dirá, “Bonefish a las 11hs, 20mts”, y entonces sabemos que tenemos que realizar un cast de 20 mts. hacia la izquierda de la lancha. Por supuesto que en estas circunstancias solo un pescador pesca mientras el otro permanece sentado esperando su turno.

En el 80% de las veces se pesca a pez visto. Esto es lo que hace a la pesca de mar tan atractiva. La correlación con la pesca que más se acerca, es sacar con mosca seca a una Trucha que está produciendo rise, o atrapar algún dorado visto previamente.
De todas formas, sigue estando la particularidad de que en el mar, en el 90% de las veces los peces, además, se están moviendo cuando los vemos.

El consejo más importante que se me ocurre para tener en cuenta mientras pescamos en el mar, es que: allí todo pasa muy rápido. Realmente rápido. Así que siempre tenemos que estar listos para cualquier cosa. Y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa. Como un jugador de ajedrez, hay que tratar de pensar siempre no solo lo en lo que está sucediendo sino en lo que va a suceder en el siguiente instante.

De este modo, si no tenemos la línea fuera del reel y aparece un pez, adiós primera oportunidad. Si era un Permit, adiós Permit. Si la teníamos fuera pero no prolijamente enrollada y se nos produce un nudo en los primeros tiros, adiós segunda oportunidad. Si nos tomó un Tarpon y no lo clavamos bien, adiós Tarpon. Si lo clavamos bien pero no controlamos bien el resto de línea en la primera corrida, y se nos enganchó en la manija del reel o en el ‘fighting butt’ o se nos hizo un nudo, adiós Tarpon.
A diferencia de la pesca de Truchas, todo esto suele ser una regla, no se puede no estar preparado ni hacer las cosas mal, estos peces no suelen perdonar los errores.

“Ahí están”. Dice nuestro guía Bemba, refiriéndose a una “escuela” o cardumen de Macabí. Tomé la caña de bonefish, me paré en la proa, saqué la mosca del Hook Keeper, una típica Crazy Charlie, tomé la cantidad de línea necesaria, algunos metros más por si acaso, y esperé. Mientras tanto, el guía avanzaba lentamente empujando con la vara en dirección a los peces. Es una playa típicamente caribeña, de arena muy clara con vegetación interna. La indicación es “A las 11hs, tira 20 mts, perfecto, deja bajar, recoge lento, ¡lo tienes!, clava, ahora alza la caña”. Decirlo y hacerlo fue un solo instante, y ahora un pez corre sacando línea a lo loco. Esta primera corrida es lo que hizo ganarse la reputación que esta especie tiene. El poder de este pececito, producto de su evolución como pez perseguido por barracudas, sumado a su costumbre de alimentarse en poca agua hacen que sea lo que es. Un pequeño torpedo comparable a nada en cuanto a reacción y a velocidad inicial. Un pez increíble.

Es el primer día y si bien vemos algunos peces no los vemos a todos, lo cual es normal. Recién cuando la vista se va acostumbrando al lugar y a la forma de pesca, el panorama se va volviendo más y más claro. Los peces no solo delatan su presencia por su silueta; también es posible divisarlos por su sombra, por el agua que desplazan al moverse, por sus aletas o por el movimiento de arena que producen cuando se alimentan. Por supuesto anteojos polarizados, obligatorios.

Esta primera mañana pescamos Bonefish de tamaño estándar, hasta cansarnos, alternándonos en la proa. Entonces, decidí bajar y pescar algunos de vadeo. La técnica es exactamente la misma solo que conviene tener la caña lo más levantada posible durante la pelea para evitar enganches en piedras que posiblemente no vemos, ya que estamos muy por debajo del nivel de pesca de una lancha. En la captura de vadeo la lucha de estos peces es inclusive más poderosa aún y es cuando se descubre la máxima explosión en sus corridas.

Pescamos cardúmenes comiendo o desplazándose, y peces más solitarios alimentándose. Así durante todo el día y la verdad es que perdimos la cuenta de cuántos capturamos. 30? 40? 60? No lo sé, pero hubiéramos podido sacar cuantos quisiéramos porque estaban por todos lados. En cada playa o costa que paraba nuestro guía, había.

No encontramos Bonefish haciendo tailing en toda la semana. Sin duda ver a un buen ejemplar en esta actividad y tentarlo con nuestra mosca es la máxima expresión en la pesca de estos peces, será la próxima vez.

Amanecía otra vez, y seguíamos viviendo con Cristian, nuestra primera experiencia de pesca en Saltwater. Mañana de bonefish y después vamos a ver si encontramos Tarpons o Palometas. Pescamos Macaví como ya se nos hizo costumbre. Muchos. Y de repente, nuestro guía me grita a mí, que estoy casteando a las 9hs por el enésimo ejemplar, “Jacks a las 12hs! ¡Vienen atrás de las sardinas!”. “¿¿¿Qué??? -pienso yo- El guía nos había avisado que pescando Bonefish pueden aparecer Permits y hay que estar preparados para cambiar de caña y tirarle a uno de los peces más difíciles de pescar del mar, y hacerlo como un rayo. Sin embargo nadie me había dicho que podían aparecer Jacks en 50 cms. de agua (¿¡¿¡¿?!?!?). La siguiente orden fue, “Tírale, tírale”. Terminó de pronunciar la última “e” y ya estaba volando línea en dirección a las 12 hs. Fue cuando vi claramente seis lomos negros, casi en seco, que venían a una velocidad imposible tras un pequeñísimo cardumen de pequeños peces. Atada tenía una Crazy Charlie y Tippet 0X, pero yo solo hice lo que cualquier pescador hubiera hecho: les tiré…cayó aceptablemente y empecé a mover la mosca cada vez más rápido bajo la instrucción de Bemba. Cuando estuvieron cerca, un Jack Crevalle del grupo se cruzó al otro lado y tomé la mosca sin mayor preámbulo hasta que tensé la caña y sintió la presión. Ahí, cambió de rumbo, enfiló con dirección a la profundidad y corrió literalmente “im-pa-ra-ble” llevándose al menos 170 metros entre línea y backing. A esto me refería cuando decía “en el mar cualquier cosa puede pasar” y “hay que estar listo para todo”.





Los Jacks son unos peces tremendos y aunque no estén dentro del Top 3 del mar, realmente para argentinos sin mucho mar para pescar con mosca, resultan peces soberbios. Son un verdadero tren imparable que solo piensa en irse lo más lejos y profundo posible.

Mientras yo peleaba el Jack, apareció incluso un Baby Tarpon, también seguramente tras las sardinas, pero del mismo modo en que apareció, desapareció y Cristian no pudo siquiera tirarle.

La fauna siempre está presente y sorprende a nuestros ojos con poco Saltwater. Ver a los pelícanos zambullirse en el agua en vivo y en directo a pocos metros del skiff, nos regaló varios minutos de sorpresa. Pero más sorprende aún fue ver a las rayas de varias decenas de kilos salir despedidas del agua como si quisieran despegar vuelo. También los peces-aguja, que prácticamente rebotan en el agua por varios metros cuando se sienten amenazados. Y más admirable todavía fue ver a los verdaderos peces voladores convertirse en pájaros por larguísimos instantes, mientras planeaban sobre la superficie del agua.

Este día mientras comíamos en una verdadera isla desierta, apareció un tiburón, y con el guía salimos propiamente corriendo por la costa tras él para intentar un cast de vadeo, pero nunca se puso a tiro de caña y cuando pensamos en ir a buscar la lancha, aquel desapareció.

Entre las cosas que llevamos para testear, estaban unos Poppers, inicialmente pensados para barracudas; pero cuando llegamos a un sector de aguas muy profundas -y después de haber tenido algunos piques con streamer del tipo deceiver- Bemba le sugirió a Cristian que pusiera un Popper. En pleno mar azul.

Así, con una caña #10, una línea de flote y un gigantesco Popper, Cristian levantó Júreles o Jacks que tomaron explosivamente en la superficie una y otra vez. Incluso hizo subir una Cubera gigante, una especie de colectivo 133 marrón de 30 kilos que siguió el Popper un largo trecho.

A la vuelta por estas aguas azules -y por si fuera poco la ya increíble experiencia de los Poppers-, 8 o 10 delfines empezaron a acompañarnos al costado de la lancha cuando nos trasladábamos a otro sector de pesca. En estas aguas azules con las condiciones adecuadas es posible pescar con mosca atunes. Sin duda, un incentivo más para tener el equipo en las mejores condiciones posibles.

Atardecer. El sol comenzaba a bajar y sin ninguna obstrucción en el horizonte la imagen era surrealista. Tanto como ver que a pocos metros de la costa y con un intervalo similar a un rise de una trucha asoma una cola negra en V. ¡Palometas!
Los Permits o Palometas son sin duda la figura difícil del mar. Para que tengan una idea real de la dificultad de su captura, se atrapan seiscientos Tarpons y solo siete Permits por temporada de pesca. Así de difícil es conectar con uno de estos peces. Son tímidos, desconfiados, asustadizos, veloces; “histéricos” -diría yo. Pero ver esa cola asomándose por fuera del agua en un día sin viento deja sin aliento a cualquiera ya que cuanto mas grande la cola, más grande la palometa. Nuestro guía Bemba es sin duda un fanático de las palometas y lo único que lo puso molesto en todos los días que pescamos juntos fue un mal tiro que le hice a una. Con las palometas no hay segundas chances, es siempre una la oportunidad. La primera se espantó cuando cayeron los primeros metros de línea cerca de ella en poco agua. Entendible, aunque cualquier otro pez no se hubiera intimidado con ese tiro. La segunda se asustó por volarle la línea por encima de su cabeza una vez más de lo necesario. Culpa mía. La primera de Cristian fue la que más cerca estuvo de tomar; la vio desde lejos y la fue midiendo Cast perfecto pero finalmente siguió la mosca y no la tomó. La segunda de Cristian se amedrentó cuando la mosca se enganchó en el fondo inevitablemente y desapareció para siempre. Así de difíciles son. Después hubo algunas oportunidades más con otras pero ninguna tan concreta como las anteriores.
Si uno hace todo bien con el Permit, aun así es posible que se asuste o que no le interese la mosca. Es un pez realmente impredecible, más que difícil.

Un día nuevo y los Tarpons nos siguen esquivando. Yo saqué un baby muy chico a última hora y Cristian clavó y se le escaparon en el salto algunos otros. En la boca de un manglar encontramos un cardumen “delfineando”-salen a tomar aire mostrando cabeza, lomo y cola fuera del agua como suelen hacerlo los delfines-. Era un buen grupo de peces y después de varios intentos, finalmente uno le tomó la mosca a Cristian y en el primer salto vimos 20 0 30 kilos de Tarpon fuera del agua. Impresionante. Después de algún salto más, adiós. Se desenganchó.

El promedio es de dos Tarpons en la lancha cada diez clavados -nos dicen-, siempre y cuando clavemos bien. La técnica es seguir recogiendo y cuando sentimos el pique, clavar con la línea hacia atrás, firme pero sin exagerar un par de veces hasta que salte. Pero sobre todo lo que hay que hacer es lo que llaman “saludar al rey”, que no es otra cosa que acompañar con la caña hacia delante cada salto del tarpon. Cristian no saludó al rey y el rey se fue. Ofendido, y era un muy buen rey.

Perseguimos otro cardumen, esta vez de peces más chicos, aunque tampoco tuvimos suerte. Ni siquiera un pique franco.
En este punto del viaje, con muchísimos Bonefish, con varios Jacks, y con tiros a Permits vistos, lo único que queríamos eran Tarpons. A partir de ahora Sábalos o nada, fue la decisión, y si era nada, era nada.
Y la verdad es que mi verdadero deseo de este viaje era sacar un buen Tarpon, o al menos un buen Baby Tarpon. Algo que me hiciera olvidar mis dorados más grandes. Y hasta ahora y con solo un día por delante, seguía soñando.

Salimos del barco-hotel Tortuga con la esperanza intacta Al poco tiempo en unos flats en el medio de la nada, había dos mangles, no muy grandes. Hice un tiro con un streamer buscando algún sábalo, y de pronto, al mejor estilo trucha marrón, salen de las inmediaciones dos cosas gigantes que finalmente no toman y vuelven a ocultarse. Repetí la operación y otra vez se produjo la misma escena, solo que esta vez, uno de ellos tomó y corrió imparable hacia la parte mas profunda, un Jack Gigante. El pez corría llevándose una cantidad de backing infernal, tanta que fue necesario prender el motor de la lancha y seguirlo hasta que finalmente aminoré el ritmo. Si hubiera habido algún contratiempo justo después del pique, como un nudo en al línea, o si se hubiera enganchado en alguna parte de la caña etc., ese pez no estaría hoy en la foto.

No hay margen para el error con semejantes peces. Recuérdenlo. Lo único que me recuerda este tipo de peleas es cuando pescábamos truchas con cañas muy livianas, #1, #2 y Tippets finos. Sin duda esas pescas me prepararon para las peleas de estos peces de mar, como así también algunos dorados muy grandes. Aunque solo me prepararon, porque la velocidad y la potencia de los peces del Saltwater no tienen comparación.

Después de varios Jacks de distintas variedades que saco Cristian, comimos y salimos hacia un lugar verdaderamente increíble. Era la típica imagen que se ve en la pesca de Tarpons: agua baja por todos lados y muy a lo lejos una isla. Y limitando este sector un canal de agua profunda. Los sábalos se desplazan por todo el sector de aguas bajas pasando de canal en canal. Se detuvo el viento y lentamente comenzaron a aparecer cardúmenes aquí y allá. El guía con la vara seguía a uno de los grupos hasta que lográbamos hacerle algún tiro, pero tan solo una suave brisa y los mismos peces nos esquivaban. Cristian incluso llegó a clavar alguno y a perderlo después de algunos saltos. Pero no importaba porque no dejaban de aparecer por todos lados. Era el paraíso del Sábalo.

Finalmente llegó mi turno. Ya el viento había parado por completo y se los veía claramente; esperamos que un grupo que se dirigía hacia nosotros se acercase. Seguí las órdenes del guía, “¡Tírale!, no cambies la velocidad del strip, ¡así!”. De ahí en más mi mente ya no escuchó nada; ya había visto el primer borbollón de un Tarpon siguiendo mi mosca, y sabía, por haberlo visto antes, que seguramente en pocos instantes vería dos o tres borbollones más y finalmente sentiría la tensión. No sé si Bemba seguía o no dándome instrucciones y tampoco se qué hacia Cristian. En este momento éramos solo el Tarpon y yo, cara a cara. Por fin llegó el segundo borbollón y la tensión. Clavé firmemente con la mano de la línea un par de veces sin levantar la caña y cuando sintió la tensión, el pez salió disparado como un rayo y saltó a pocos metros de la lancha. Acompañé el movimiento, y ahí recién volví a escuchar al guía que decía “¡Muy Bien!” y a Cristian que gritaba de alegría al igual que yo. ¡Tarpon! La pelea fue increíble; las acrobacias y la fuerza, todo en un solo pez, hacen que el Tarpon sea el mejor pez del flat, por lejos. La lucha que dio este Sábalo en una caña #10 sobrepasó todas mis expectativas. Esta especie merece toda su reputación y mucho más.

Después de devolverlo, Cristian en la Proa clavó el suyo, y se repitió la historia: saltos increíbles, embates sorprendentes, y gritos de felicidad. A veces la pesca nos regala momentos inolvidables cuando parece que ya lo hemos vivido todo.

La sensación que nos queda a la vuelta son las ganas de volver a Cuba. La pesca de los flats es realmente increíble y no hay nada con lo que la podamos suplir en Argentina. Nuestro mar decepciona a los mosqueros. Es triste pero es así. Por suerte podemos viajar al Caribe para vivir este tipo de experiencias, que en mi opinión ningún mosquero debería perdérselas. No se puede ser mosquero sin pescar Truchas pero tampoco sin pescar estos peces del Saltwater.

Poco se escucha hablar de Cuba, simplemente porque esta fuera del Marketing de los Estadounidenses. Simplemente por eso. Si miramos su ubicación, descubriremos que la Isla es una continuación de los Florida Keys, pero sin presión de pesca ni de población. Es un lugar donde es posible prácticamente cada día tirarle a un Grand Slam. Un lugar donde los Bonefish están en casi todas las playas por decenas; donde los Permit sacan sus colas fuera del agua en los atardeceres sin viento y donde los Tarpon nadan por los flats y los manglares sin ser molestados salvo por algunos pocos Pescadores con Mosca al año. Cuba es el verdadero Paraíso Caribeño.

Los consejos que me parecen más útiles son practicar el lanzamiento lo más posible antes de viajar, tanto distancia como precisión. Si es con viento mejor. Y en segundo término, hacerle caso al guía y seguir sus instrucciones lo mejor posible porque son ultra profesionales y saben mucho.

Equipos
Cañas de Saltwater o Freshwater muy potentes. La caña #7 u #8 como las que utilizamos para Dorado es perfecta para el Bonefish. Una 10 es fundamental para los Baby Tarpon y para Tarpones medianos. También es ideal para las Palometas. Si vamos en época de Sábalos realmente grandes hay que llevar una #11 o #12. Como se pesca de a uno a la vez hay que tener en cuenta que podemos compartir las cañas con nuestro compañero. Así que si cada uno lleva una #8 y una #10 estaremos cubiertos. Nosotros usamos las Loop OptiPowwer. Son increíblemente livianas y realmente poderosas. En todas las circunstancias de pesca donde las exigimos al máximo, se comportaron de manera formidable. Un detalle que no es para dejar de lado es que por ser de cinco tramos las podemos despachar en la valija y nos despreocupamos de ellas en el viaje.
Las líneas deberán ser de flote para Bonefish y para Tarpon, específicas para pesca en zonas tropicales.
Nosotros usamos las AirfloRidge Tropical Saltwater y fueron perfectas para lanzar moscas de todo tipo y tamaño con un rendimiento excelente.
También conviene llevar líneas para Tarpon de hundimiento para pescar en canales profundos, aunque nosotros no las usamos.
Reels con excelente freno a disco, y mucha capacidad de backing si no quieren perder el pez de sus vidas. Nosotros utilizamos los LoopOpti y los LoopEvotec que presentaron un freno muy potente y muy parejo a la vez, a pesar del duro trabajo al que estuvieron expuestos.
Las moscas típicas de Tarpon funcionaron bien. Es fundamental usar anzuelos de la mejor calidad posible. Las moscas de Bonefish tipo Crazy Charlie fueron super efectivas y son las que más le gustaban a nuestro guía.
Leaderes con Bikini twistde 30 lbs. Y shock tippet de 1 mm de diámetro para los tarpones y Leaderssin nudo de 0X para los Bonefish.

Por último, además de agradecer a Avalon, cabe destacar que todo lo ofrecido es del mejor nivel posible para este estándar de viaje. Solo hay que llevar el equipo de pesca y después uno se despreocupa del resto durante toda la semana. La tortuga -el barco hotel-, esta amarrado en una zona tranquila de manglares y tiene aire acondicionado, terraza, baños privados con agua caliente, Wi-Fi, camareras, mucamas, etc.





www.Pescador.cl