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Apertura de temporada en el Río Maullín.
Así es, la larga espera ha concluido, se acaba el invierno y llega la hora de volver al agua, la temporada de pesca ha comenzado. Bueno, en río Maullín al menos...
Invitados por Fundo Santa Inés de la Vega, tuvimos la suerte de abrir la temporada en este río histórico de la décima región. Junto a los sacrificados corresponsales de pescador.cl viajaron Jorge y Renato, un par de pescadores comprometidos, fanáticos, quienes un mes antes de partir comenzaron un intercambio despiadado de correos, en los cuales se planificaba hasta el más mínimo detalle de la visita.




 En este mar de correos se plantearon todos lo escenarios posibles, se habló de moscas y técnicas, y se llevó cuenta rigurosa de los días faltantes para la apertura, lo que una vez más demuestra que los viajes comienzan desde instante mismo en que se toma la decisión de hacerlos.







El día 10 de septiembre aterrizamos en El Tepual, donde fuimos recibidos por Alfonso Vicencio -quien sería nuestro anfitrión en las próximas jornadas- y 25 minutos después estábamos ya en el fundo Santa Inés de la Vega mirando al Maullín, río silencioso en cuyas orillas los densos bosques forman verdaderos manglares. Las instalaciones del fundo eran impecables, el clima acompañaba y los guías estaban listos para ir al agua, el panorama era auspicioso.

Entre las tantas teorías que se manejaron, todas apuntaban a que el río vendría con gran caudal, por lo tanto las técnicas a usar serían todas de hundimiento. En lo personal, tenía la esperanza de lograr un fario, mientras más feo y negro este fuera, mejor. Para lograr mi objetivo llevé una línea de 200 grain, “Depth Finder” de Airflo; mi intención era combinarla con streamers pesados y bajar hasta tocar fondo. ¿Pesca fina? bueno, no precisamente, para eso tengo todo el verano en Coyhaique, además ya habíamos sido advertidos de que las posibilidades de mosca seca eran prácticamente nulas. Armamos equipos, nos pusimos waders y fuimos al agua.



Partimos embarcados corriente arriba, el río crecido inundaba las orillas. La primera impresión del río fue extraña, inspiraba algo de miedo, supongo que su fondo barroso tiene la culpa. El agua no es muy clara y parece disimular lo que hay escondido más abajo, sensación que de niño parecía aterradora a la hora de bañarse en este tipo de ríos, sin embargo la idea de pescar en él resulta intrigante, ¿qué clase de monstruos habitarán los rincones oscuros de este río profundo y lento? Mientras navegamos sucede algo increíble, no uno, sino tres huillines salen a nuestro encuentro, bulliciosos, con una especie de ladrido corto y agudo causan alboroto nadando en la orilla. Cabe preguntarse si eran huillines o visones, y con claridad concluyo eran lo primero. Alfonso no parece sorprendido cuando en la noche se lo comento.

Comienza la pesca y los esfuerzos por lograr capturas, buscamos en las orillas, detrás de las ramas, entre las raíces sumergidas y sobre las algas. El inicio es lento, los cast imprecisos; es el primer día de la temporada y se nota la falta de práctica. Tímidamente llegan las primeras capturas, farios de tamaño medio se animan a morder la mosca de mi compañero, mientras que mi streamer negro parece ser demasiado negro para la situación, decido cambiarlo por otro radicalmente opuesto y no tardo en conectar con mis primeras truchas del Maullín, entre ellas se colaban también vigorosas percas que con su fuerte cabeceo pretendían ser grandes farios. Con el correr de las horas comprendemos que muchos de los peces grandes se encuentran en medio de la corriente, en profundidad, y no tanto en las orillas como pensamos en primera instancia. Fue ahí precisamente donde se lograron los farios más sólidos, lo suficientemente feos y negros como para volver tranquilos al Lodge. Grata fue mi sorpresa al escuchar que el otro bote, con Jorge y Renato a bordo, había tenido una buena jornada con varias capturas, claro indicio de que el río tiene buena cantidad de truchas y agua suficiente como para que dos botes lo pesquen de manera simultanea, sin molestarse.



















Erizos, merluza, lomo de cerdo ahumado y los más finos embutidos alemanes de la zona fueron parte del menú que disfrutamos por las noches, donde compartimos mentiras y nos reímos largamente. Al término de las jornadas, ya cansados, partíamos a nuestras cabañas para encontrarnos con piezas impecables, con gran énfasis en los detalles; una sinfonía de batracios sellaba definitivamente un buen comienzo de temporada.

Contacto Fundo Santa Ines:

Alfonso Vicencio L.
Fundo Santa Inés de la Vega LODGE
www.fundosantaines.cl
avicencio@fundosantaines.cl
Cel. + 56.94301030
Skype:fundosantaines

Fotografias: Leonardo Ramírez
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